A veces me gustaría tener alzheimer, para olvidar que te quiero.

hasta que lo dejes salir o explote por dentro.

Por poder, hoy creo que te llenaría de versos y de besos por todo el cuerpo. Si pudiera te estrecharía entre mis brazos en un abrazo eterno, sin final, mientras mi torso se amolda entre tu pecho y tus largos y firmes brazos. Si pudiera, si pudiera, si pudiera, serían tantas cosas juntas. Si pudiera te llevaría conmigo, haría que volviéramos a revivir cada momento: el mirar a las estrellas, cada polvo, cada mirada de amor que aún te regalo y me es imposible evitarlo.
Y si pudiera te diría que te quiero, que te necesito, que se me rompe el pecho al verte venir hacia mí. Me quitas la fuerza, mi fortaleza se desprende y sale a flote la parte más odiosamente dulce y risueña de mí. Y si pudiera te diría lo bonito que te queda ese corte de pelo, lo que tanto me gusta tu cuerpo, lo que me cuenta tu boca que no me dicen otras.
Y sí, me llenan de pajaritos la cabeza. Otros me dejarán embobada con solo mirarlos. Pero tú, tú eres la excepción sobre el resto. Tú eres la expresión de mi amor, la única persona que consigue sacarme que le diga tantas cosas tontas y cursis.
Y segundas partes nunca fueron buenas. Lo sé, lo sé. Que acabaríamos como una mierda, quizás odiándonos, ¿quién sabe? Oh, es que es todo tan raro. Mientras tanto el tiempo pasa, tú vives, piensas. Quizás en mí, en esta tarde. En lo mal que te sabe no besarme –o no, no lo sé-. O toda la libertad que posees ahora que no dependes de nadie. Pero ¿no es mejor depender, aunque sea a veces? Cuando te sientes solo y tienes a una persona al otro lado de la pantalla, del teléfono, que si hace falta rompe todas estas barreras y te busca, te encuentra, y te da uno de esos abrazos totalmente amoldados a tu cuerpo. Y te quita los males con solo estar con ella, y te quiere, y te lo dice. Y aunque ahora yo no te lo diga, joder, que se me mueve algo dentro cada vez que te veo venir. Y cuando te vas, es mejor que no piense. Que no sienta nada para no destruirme, y simplemente me es indiferente. O hago como que lo eres.

No veo el final, y pensaba que había llegado. La peor parte es que, quizás, este sea solo el principio.

Es algo así, como gritar cuando estás afónica. No tienes voz, y ese sonido se queda dentro de ti, olvidado. Y no le prestas atención. Pero cuando te vuelve la voz y el aliento, allí sigue. Y no se moverá hasta que lo dejes salir. O explote por dentro.

1 comentario:

  1. Y es que lo bueno o lo malo de los finales es ese al que llaman muerte, todos los demás son simples puntos, seguidos o apartes, pero puntos que no dejan de marcar un nuevo comienzo ;)

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Te lo doy entero.
El corazón, digo.