A veces me gustaría tener alzheimer, para olvidar que te quiero.

1990


-¿Qué tres cosas son capaces de mover el mundo? -la profesora lanzó esta pregunta a los alumnos-. Un silencio recorrió la habitación. De repente y desde un rincón de la clase, un chiquillo contestó con la mirada fija en el papel, sin dejar de escribir:
-El dinero, el orgullo y el poder.
Las niñas, burlonas, empezaron a mirarse entre ellas. La profesora, con una sonrisa de superioridad, declaró:
-Te olvidas del amor.
Bryan soltó el boli y suspiró, con sus pupilas fijas en las de la mujer.
-¿Cómo es usted capaz de decir eso? En una sociedad en la que se dice te quiero como si de un saludo se tratase, en una época donde lo que importa es follarse a la tía más buena del instituto. Ni siquiera hacer el amor. ¿Amar? Eso, en esta época es para los locos. Por amar eres raro. No buscan mentes, no buscan opiniones ni personalidades. Buscan la superficialidad de los cuerpos. Que no es más bello quien más delgado esté, ni más hermosa una chica rubia de ojos azules. Eso encandila, pero la personalidad enamora. Lo verdaderamente bello será eternamente precioso y más perdurará una mente brillante que un cuerpo lleno de curvas. Y eso es un valor que se ha perdido. Se rigen por masas, no por criterios propios. Se rigen por querer ser diferentes, pero son todos iguales. Critican, tienen prejuicios acerca de la sociedad, cuando ellos mismos son los primeros que deberían mirarse en el espejo antes de hablar. Reflexionar.

La clase quedó enmudecida. Al darse cuenta de lo que acababa de hacer, Bryan bajó la mirada, algo avergonzado. Y continuó:
-Nuestra sociedad está tan basada en la falsedad que hiere, como exprimir un limón en una herida abierta. 
-Friki... -esa palabra y unas cuantas risas fueron la única respuesta que surgió de la clase-.
La profesora los hizo callar y siguió con su explicación. Decidió no darle importancia al comentario del adolescente. "¿Cómo ha podido rechazar la opinión un adulto?"
Bryan prometió no volver a creer en el amor, no era época para soñadores. Ni siquiera era una época donde las opiniones se respetasen o, al menos, fuesen escuchadas. Y siguió escribiendo.

8 comentarios:

  1. Terribles son algunos pensamientos.

    Las personas quiero creer, que podemos.

    ResponderEliminar
  2. Siempre ha sido así: superficialidad y nada más. Y cuando se dan cuenta de ello (si es que se dan cuenta) es demasiado tarde. Ahora, que ellos se lo pierden.
    ¡Besos!

    ResponderEliminar
  3. JO-DER.
    Esta entrada hace reflexionar sobre aquello que aunque está ante nuestros ojos, pocas veces somos capaces de ver.
    ES UNA ENTRADA BRILLANTE!
    Besis:)

    ResponderEliminar
  4. Ö, qué directas y profundas han sido las palabras de Bryan, ¡qué valiente por su parte! [tengo curiosidad por saber que és lo que escriben sus manos con es mente tantan..]
    (puedo quedarme en tu rincóncito y ayudar a Bryan a descubrir el verdadero amor?:)

    *abrazo con besito de esquimal*

    ResponderEliminar
  5. Lo peor es que la gente se niega a reconocer que la sociedad ha cambiado tanto que da asco.
    Bryan es valiente, y no debería bajar la mirada y mucho menos avergonzarse por decir unas verdad tan grandes como templos.
    (es una entrada increíble, debería leerla esa gente que piensa que lo que importa es follarse a la tía más buena del instituto).

    besos
    desde
    lejos de
    pArís

    ResponderEliminar
  6. Bryan, un de los pocos adolescentes que ven el mundo tal y como es, y aunque sea deprimente ver como todo decae, pero lo es mucho más si lo terminas viendo al cabo de unos años más tarde, dándote cuenta de todo lo que has hecho anterior y que te arrepientas. Me ha gustado mucho la entrada.

    (No me había dado cuenta que en esta cuenta no te seguía, así que de nuevo te sigo).
    Un abrazo <3

    ResponderEliminar
  7. Por suerte aún hay gente que cree en el amor y llega a alcanzarlo. Y gente que sí es diferente.

    <3

    ResponderEliminar
  8. Pobre amor, casi nadie cree en él. Tú dile a Bryan de mi parte que el amor de verdad, el sincero (no el que se pone máscara) existe, sólo hay que estar atento para no pasarlo por alto.

    (sonrisa de elefante)

    ResponderEliminar

Te lo doy entero.
El corazón, digo.