A veces me gustaría tener alzheimer, para olvidar que te quiero.

Galene.

Y me hallaba frente a la copa de cristal con  mis sentimientos y una muchacha borracha en mi contra. Con sus dedos avanzando sobre mis muslos y sin más consuelo que ese. Sabiendo que si la dejaba seguir acabaría en la cama haciendo el amor con una desconocida llena de rabia y odio, y si frenaba su palma y la devolvía en coche a su hogar, sus pechos no rozarían mis manos ni sus cuerdas vocales y lengua húmedas mi garganta desesperada. Su cuerpo estaba tan lleno de sed y mi bragueta tan capaz de saciarla que la besé en la boca, en el cuello y en los labios de seda otra vez, como se besa a un ángel. Navegué por sus brazos y subiendo por sus caderas, encontré la paz y descanso para un hombre de barba con mente aparcada en la picardía de la adolescencia.

Yo sólo quería un cuerpo caliente, un poco de materia dolida para abrazar, donde ahogar mi odio. Ansiaba un corazón joven y sano que acallara mis llantos de cuarentón ebrio, no el enamoramiento propio de los diecisiete. Y aún hoy me pregunto a dónde irían Galene y su melena enredada.

“Pues vaya corazón que has elegido, el mío oxidado como un ancla” Me decía con una voz demasiado sexy como para no amarrarme a su vitalidad y a sus ganas.
Cuando terminábamos el polvo rápido, antes de coger un bus de ida al instituto, con el rostro lleno de cicatrices de vida, sollozaba y sollozaba. Me lloraba por las noches en vela, me pedía perdón a gritos, abrazada a mi cuello. Caía como cae un niño que se muere de hambre y contaminaba un poco más del veneno del amor mi cuerpo. Yo la llevaba hasta mi colchón y la hacía beber whisky para olvidar, para volver a lo mismo de siempre: a abrazar cuerpos vacíos únicamente necesitados de barriles de cariño y olvido (al que nosotros bautizamos como alcohol).
Galene me decía que le jurase amor, que la quisiese como si no hubiera mañana. Que le rozara la piel y la hiciera sentir como el único ser vivo del planeta.
Se retorcía de dolor cuando le decía que debía irse y dejarme.
“Búscate algo más joven, más guapo” Ella me miraba con lágrimas en los ojos.  Se quedaba callada, abrazada a mis sábanas, con la mirada perdida y el olor de su perfume retumbando por la habitación; pero yo no era un buen tipo para ella, ni siquiera lo soy ahora.
Galene era una niña de mundo, los sueños se le escapaban al respirar: incluso me hizo soñar a mí con conseguir navegar por los siete mares, pero cometió un error: se enamoró de un viejo con sueños de marinero, aunque nunca le confesé que era la clase de navegante que quería recorrer mil cuerpos y atrancar en espaldas desnudas. Ahora que la recuerdo otra vez ¿quién sabe? Era demasiado lista como para negar que lo adivinara, tan astuta que hizo que perdiera mi gorro de capitán por ella.

Me cautivó la forma de fumarse un cigarrillo justo después de follar y arañar mi espalda, con sus iris sobre los míos y el humo paseando por la instancia. Con el corazón roto, el dolor de la pérdida.
“He nacido en la época equivocada” me solía decir cuando acabábamos de hacer el amor, y aún hoy me pregunto cual debió de ser esa etapa de vida, la de las mujeres rotas y el humo del tabaco después de correrse.
Sus manos estaban calientes y acariciaron mi pelo negro y sudado. Yo el suyo, y la ralla del ojo no era la única que se corría. Y ella lloraba y lloraba, agarrada a mi torso y yo la calmaba, a mi Galene que nunca vio mundo por perderse entre mi cuerpo y mis lamentos.
Mi cabeza entre mis manos piensa qué será de su ausencia, sus te quieros, sabe que es inevitable ya hacer el amor con otra chiquilla sin tenerla a ella en la boca y la mente. Pienso en ella, en cómo tan joven, linda y bella acabo prendada de alguien como yo: un chulo viejo y prepotente, la voz seca de tanto embadurnarse de brandy y los cuarenta rodando bajo las suelas. También me pregunto yo qué será de ella, si habrá encontrado a un hombre que le haga la cena por las noches y el amor tan bien como yo –se me desinflan el corazón y los pulmones al pensar que cabe la posibilidad de responder con un sí y que al final hizo caso a este viejo tontorrón, y se fue. Por tener una vida mejor y por creer que me hacía feliz, aunque no acertó ni mucho menos-.

12 comentarios:

  1. ¡Que preciosa entrada! Me gusta Galene, soñadora y herida. Un poco identificada me sentí.

    (besos agridulces)

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  2. pasada de entrada y me gusta mucho tu blog ! :))
    bonita historia!
    Pasate !!

    http://train-coollife.blogspot.com.es

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  3. Me encanta, me encanta me encanta me encanta y me encanta mil veces.
    Tan roto, tan amargo... Tan sexy a la vez. Como si fuera la historia de un motel de carretera. Una película de serie B.
    (pero tus letras son de lujo).

    Precioso.

    PD: ¡Chócala! Creo que no hay ningún blog que tenga el fondo negro más que el tuyo y el mío, que se ha puesto de moda el fondo blanco >.<

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  4. (me ha costado encontrar los comentarios, ofú >//<)
    me da mucha pena él, marinero de mil pieles extrañas, porque Galenne tal vez haya encontrado algo mejor, pero él no. ><
    (adoro la figura de Galenne, por supuestísimo)

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  5. Los pelos de punta me han puesto varios párrafos. Me he sentido identificado con ella, no sé muy bien por qué.

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  6. Que historia tan llamativa, cualquier persona que la lea puede decir cualquier cosa que ella, pero nunca se quedara indiferente ante tus letras ;)

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  7. Es enternecedora esta historia. Desborda tristeza y pasión.
    Me gusta mucho Galene y cómo me recuerda a una muñeca rota (tengo curiosidad del por qué de su dolor)
    Y esta frase, los sueños se le escapaban al respirar, me ha requetencantado.
    Muchos besos :)

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  8. brutal texto, y atrapa desde la primera línea. muy bueno.
    dolor, deseo, edad, sueño. una historía triste pero excelente.
    muà!

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  9. Esta llena de tristezas e ilusiones, creo que Galene encontro por fin a la persona que buscaba, sin darse cuenta que habia un corazon roto tras de si . . . .

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  10. Me encantó como lo escribiste, como hiciste que yo me metiera en ese relato y sienta muchas sensaciones. Te sigo, idola.

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  11. Ai, si es que las diferencias de edad nunca han traído nada bueno.
    ¿Algún día nos contarás si ahora Galene es feliz? Porque una chiquilla como ella se merece serlo, y que cuenten su historia.

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Te lo doy entero.
El corazón, digo.